Entre semana la rutina consume mis días y los fines de
semana son sinónimos de fiesta, alcohol, drogas, amigos y locura. Mucha locura.
Demasiada locura, quizás. Acumulas durante cinco miserables días las ganas de
salir, pasarlo bien, bailar, saltar, gritar, escapar y, de repente, todo eso
sucede. Pero no sucede de la forma que esperabas. Toda esa explosión de tu
locura interior queda atrapada en otra nube de rutina más. Nunca igual, pero
siempre tan parecida. Y así pasan dos días en los que todo parece tan irreal. Y
ya está. En menos de lo que te das cuenta es lunes otra vez. Hola despertador,
hola a otro día en el que te despiertas demasiado pronto para tu gusto. Hola
café, haces que el día de hoy no parezca tan malo, pero puedo leer claramente en
tu espuma la frase “bienvenida a otro día en el infierno”.
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